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miércoles, 21 de agosto de 2019

Hoy entré a mí blog con esperanza de encontrar un mensaje tuyo, te quiero contar tantas cosas.. ¿Todavía me recordás? ¿Pensás en mi?..

jueves, 26 de octubre de 2017

Durante varios años dejé de escuchar música, todo aquello que puede entrar, es capaz de generar una emoción, un recuerdo o una sensación. Es un vacío imposible de llenar, cada día más profundo. Me animé a poner mi lista de música y como quien comete un pecado me encerré a llorar. Aunque el océano parecía inmenso hoy ya lo veo insignificante. Todo se repite una y otra vez, intento escapar y vuelvo al mismo lugar, el estómago me aprieta, me hago invisible. El humo que me asfixia, los ojos que me arden. Las manos que me tiemblan como la primera vez que te ví. Ese abrazo que fue el último y me causa claustrofobia de sólo pensarlo. El vaso que se llena, mi corazón que se congela, se marchita. Suplica, por favor no te vayas, exclama, grita y nadie escucha. Las gotas de la lluvia que amenazan la catástrofe, lo inevitable. Estoy preparada, no es la primera vez.

lunes, 9 de mayo de 2016

Inercia

Puedo sentir mi poca parte humana muriéndose, la miseria de tu recuerdo, me culpa por todas las cosas que nunca te dije. Noches como hoy, en las que la luna esta demasiado lejos como para apaciguar un poco esta oscuridad, intento atrapar un poco de su luz. Todavía puedo sentir mis brazos ardiendo en cada cicatriz y mi pecho congelándose. Todavía puedo sentir tu calor, cada día más frio, apagándose entre cada suspiro.
Puedo sentir los latidos galopantes que confirman que aún respiro. Yo sé que estoy bien, yo sé que estaremos bien.
No necesito tocar fondo para darme cuenta de que me estoy hundiendo, yo ya no sé si seguís siendo algo real, necesito tocarte, necesito verte. No quiero volver a ser como antes, no quiero volver a ser un fantasma que camina por inercia. Todo se repite. Estoy condenada a vivir lo mismo una y otra vez. Estoy condenada a que tus ojos me miren, para siempre.
Y me acuerdo de todos esos momentos, de las lluvias, del invierno que siempre me invita un café, de tus manos, de tus ganas. De la forma en la que pudiste verme, más allá de lo que un envase representa. Me invade la nostalgia de todos esos seres que me visitan en sueños, que se convierten en pesadillas intentando robarme las pocas piezas que logro reconstruir.
Me prendo un último cigarrillo y me voy a dormir, te volveré a ver en la mañana.

domingo, 10 de enero de 2016

Un año cualquiera.


Hace más de un año que no escribo, realmente no supe cómo hacerlo. No supe por dónde empezar..

Me prendí un quizás último cigarrillo, dejé el evatest sobre el borde de la bañera y esperé sin mirar. No pensaba en nada realmente, tenía la mente tranquila y en blanco. Cuando exhalé el humo del tabaco por última vez miré hacia el costado y vi dos rayitas rojas perfectamente marcadas. Un bebé.
Desde que supe de su existencia dejé de fumar y de beber alcohol. Nunca más lo necesité hasta ahora. Tenía a alguien que dependía completamente de mi y yo estaba dispuesta a dar mi vida entera por ella. En la primera ecografía cuando escuché su corazón por primera vez se sintió como caballos galopando fuertemente y con muchas ganas de vivir. Supe que tenía casi cuatro meses de embarazo y que nacería por cesárea ya que tenía placenta previa oclusiva total. El obstetra me indicó reposo absoluto y yo hice todo lo posible para que mi bebé llegara a nacer a término: tenía un embarazo de alto riesgo.
En los ocho meses que duró mi embarazo aumenté dieciocho kilos, lo cual era mi menor preocupación. Yo comía sanamente y disfrutaba de cada movimiento dentro de mi vientre. Tuve mucho miedo, muchísimo, lloré como nunca en mi vida pensando en ella. Yo no hubiera soportado no llegar a conocerla.
A los siete meses aproximadamente empecé a tener pequeñas perdidas de sangre y me inyectaron algo para madurar los pulmones del bebé porque había muchas posibilidades de que naciera prematura.
Y así fue un mes después, el 31 de diciembre de 2014 me desperté de una siesta sintiendo que algo se desprendía en la parte baja de mi cuerpo, me paré inmediatamente y vi como se deslizaba entre mis piernas chorros de sangre, no sentía dolor, no sentía nada. En cuestión de segundos había un charco rojo alrededor mío y la hemorragia no paraba, cuando estaba presionando con una toalla mientras esperaba la ambulancia me caían pedazos de placenta (desprendimiento de placenta). Tengo que admitir que llegué a pensar que estaba perdiendo al bebé pero estaba tranquila, yo sentía que todo estaría bien. En la ambulancia el enfermero me dijo “Esta noche vas a tener a tu bebé en tus brazos”.
En cinco minutos ya estaba en una camilla, envuelta en una toalla ensangrentada, entrando en la guardia del hospital Thompson. Mientras me desnudaban completamente me tomaban los datos y yo no sé si es que estaba en shock o qué, pero después de terminar de responder las preguntas lo único que dije fue “Quiero verla cuando nazca”. Me escucharon los latidos y supe que ella estaba viva.
En el quirófano me hicieron sentar desnuda en posición india y me pusieron la anestesia en la espalda, no me di cuenta en qué momento me pincharon. Todo ocurría en surrealismo.
Después me acostaron, me pusieron una tela para que no pudiera ver mientras me operaban, me extendieron los brazos en forma de “T” con cables y suero. Todo ocurría exageradamente lento y no entendía lo que hablaban entre el cirujano y la enfermera. Yo miraba sus caras mientras sentía cómo me manoseaban por dentro, pero siempre sin dolor.
En un momento bajan la tela y me pude ver la panza abierta, de adentro mío salía el cordón umbilical que todavía estaba pegado a ella, sostenida por el cirujano. Me la mostró y yo estaba muda, mi bebita era tan pequeña, tan frágil.
Le cortan el cordón, vuelven a subir la tela y se la llevan. En ese momento la escucho llorar en la habitación de al lado, el cirujano sonríe, me da un beso en la frente y me dice “Escucha como chilla!”, después siguió con lo suyo.
En ese instante me sentí vacía, pero vacía de verdad. Unas ganas incontrolables de levantarme para poder agarrarla y tenerlas en mis brazos me recorría en todo el cuerpo. Pero se la llevaron a Neo y cuando terminaron de coserme me llevaron a la sala donde están todas las recientes madres para que me recupere de la cesárea. Ellas tenían a sus bebés menos yo, todavía no la había tocado y me sentía impotente de no tenerla cerca. No podía mover la mitad de mi cuerpo, mi beba estaba lejos, yo escuchaba muchas voces pero no entendía nada. Escuché los fuegos artificiales del nuevo año, cerré los ojos y me dormí esperando poder despertar.

Matilda significa guerrera, nació de 35 semanas perfectamente sana y no necesitó incubadora. Pesó 2,185 y midió 45cm.

Ahora ella tiene un año y en este momento esta durmiendo en mis brazos, son las tres de la mañana y creo que ser su mamá es lo que me devolvió la sensación de sentirme viva.

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miércoles, 4 de febrero de 2015

miércoles, 3 de septiembre de 2014

martes, 24 de junio de 2014

I don't miss you at all.



El invierno siempre me trae la misma melancolía, las mismas sensaciones, los mismos recuerdos. El café y el cigarrillo siempre presentes, acompañándome en la depresión. La petaca de café al coñac en los días lluviosos, que me quema la garganta y me endulza un poco la amargura. Quisiera poder regresar algunos inviernos atrás, cuando aún me sentía joven y me resguardaba en tus brazos del mundo exterior, esos brazos que me anestesiaban y me hacían vivir en una fantasía dónde todo estaba bien. Te alejé de mi vida de una forma violenta, con total frialdad lo asumí como quien asume la muerte. Un final inevitable que amenazaba con aniquilar nuestras almas, con despojarnos de toda alegría. Pero ese final fue sólo un comienzo más y quiero que sepas -si es que me lees- que las cosas acá siguen igual, o quizás incluso peor.
Por fin después de tanto tiempo ya no me siento culpable, no me siento el monstruo que me hiciste creer que era. Las decisiones que tomé fueron para poder apaciguar el dolor que me provocabas. No quiero justificar nada, yo también te provoqué mucho dolor. Estábamos destinados a destruirnos.

viernes, 23 de mayo de 2014

Dead soul.


Los años pasaron y la pequeña creció, sus heridas cicatrizaron pero nunca dejaron de doler. Ahora es un ser repugnante, un ser que no querrás en tu vida, un ser que disfruta de lastimar a los demás, que disfruta del dolor de quienes la aman. Un ser que maltrato, humilló y se mofo de quien le entregó el corazón. Un ser que anda por ahí, buscando pequeños momentos de placer; una noche de sexo, una noche de drogas o de alcohol, lo que sea mientras no la molesten, mientras no se involucren. Una muerta en vida, que se alimenta del alma de las personas. Una muerta en vida que no puede querer a nadie por que no se quiere ni a si misma. Un ser repugnante lleno de dolor, que solo da más dolor. Como un virus, como una peste del que todos huyen. Llena de ira se corta para asegurarse de que todavía puede sentir algo, para asegurarse de que sigue viva. Intentando recuperar la inocencia que le arrebataron, soñando con el suicidio se irá a dormir.
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jueves, 22 de mayo de 2014

Violent heart.


No puedo parar de comer todo el tiempo; me siento desagradable, tengo asco de mi grasa, de mi piel, de mi cuerpo y de todo. No hay nada más horrible que no poder escapar de mi misma, nada más triste que no tener ni con quien salir a drogarme. Estoy sola, lo estoy por que lo busqué y por que me gusta, lo estoy por que soy incapaz de relacionarme con otros. Odio, asco, drogas, violencia. Suicido, paz, felicidad. Estar sola es ser libre, no llevo la culpa de herir a nadie. Puta, pua, zorra. Ya no importa. Ya nunca mas importará.
Quiero vivir dopada, o morir desangrada.
Quiero poder encontrarme y llevarme lejos.
Quiero sentir algo, poder tener ganas, un impulso, una motivación.
Algo, lo que sea.